Este restaurante vigués suma doce años dominando la colina de Castrelos. Tras el último cierre del sector, ha montado una carpa que alcanza los seis metros en el centro, y en la que desde mañana se ofrecerá la mejor carne de ‘rubia galega’
Reportaje publicado en el periódico digital Vigohoy.es
Subiendo desde el parque de Castrelos hacia una de las colinas que domina Vigo, se esconde uno de esos pedacitos gastronómicos tan de nuestra tierra: O Largo da Costa. Un lugar acostado sobre la falda del ‘Piricoto’, edificio tan vigués que resume de modo simple el urbanismo de la urbe, antes denostado y ahora integrado para siempre entre los cerros de la zona.
O Largo es muchas cosas, o tal vez sería mejor decir que entra en la definición de muchas cosas: restaurante, tapería, asador… Lo que prefieran. Pero O Largo es, sobre todo, un lugar de encuentro silenciado por el Covid. Como tantos. Un héroe más entre los miles que suma la hostelería viguesa, que aguarda, impaciente, como el atleta olímpico en sus tacos, a que todo vuelva a abrir. Mañana, por fin, un nuevo intento.
“Hemos levantado una carpa de seis metros en el centro y cuatro en los laterales, para poder trabajar en exterior, y con distancia de seguridad entre cada una de las sillas”, describe Ángel Rodríguez, propietario de un complejo que suma ya una docena de años como referente en la ciudad.

Él, como todos, tiene que adaptarse a lo que toca: 30% en interior y 30% en las terrazas. La de O Largo es generosa, acogedora, con una vista panorámica sobre el valle de Castrelos que, de tan amplia, recuerda casi al mar, aunque lo que se dibuja al fondo es Vigo, su asfalto, su verde, sus hogares.
Un lugar perfecto para disfrutar de cualquier plato. ¿Cuál? Depende. Aunque algo llama la atención y domina, en parte, esa terraza: la parrilla argentina que flanquea uno de los laterales de la entrada. Allí las brasas permanecen siempre vivas, aguardando por un buen trozo de carne que acoger. El olor envuelve el resto de la escena y despierta el apetito. Así de fácil, así de difícil a la vez.
“Tenemos una sorpresa para nuestros clientes”, adelanta Ángel. Se está refiriendo a las nuevas carnes de vaca marela; la ‘rubia gallega’ de toda la vida. Tataki, Tomahawk, bone de vaca. Piezas que entran por los ojos y, en cierta medida, esperan también impacientes la apertura.
Esta llegará mañana, tras el último cierre decretado el 25 de enero, en plena tercera ola. Aunque sería más correcto hablar de reapertura. “Al final, son casi tres meses cerrados, sin poder hacer prácticamente nada”, reconoce Ángel. Aunque él, por lo visto, sí que ha aprovechado el tiempo. A partir de mañana, quien quiera, puede comenzar a comprobarlo. La hostelería de Vigo ha vuelto.